Prudencia Prim llega al pequeño pueblo de San Ireneo de Arnois huyendo de la vida moderna. Allí encuentra personajes singulares, que saben disfrutar de los pequeños placeres que parecían perdidos.
Esta novela es mejor por lo que pretende ser que por lo que realmente
es. Iba avisada, y pese a algo de decepción al final, el libro me ha
gustado y sorprendido.
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